lunes, 11 de noviembre de 2013

327 alumbramientos por las huellas del Olvido


RUTA PEREIRA LA VIRGINIA 9:00PM



Por: Yorlady Ruiz
Abordo la buseta, un ayudante con las palabras roncas de voceador de rutas me recibe el pasaje, me siento en la silla que está justo detrás del conductor y me dice:
-Prendase mami que la buseta la bota.
Y como la experiencia no se improvisa, uno mi mano a la varilla con fuerza. Frente a mí esta la calcomanía de un fiero demonio de tasmania, y empieza a sonar una parodia que anuncia el mes más alegre de Colombia, el coro jocoso resuena con “todos le dicen el pájaro loco, porque le gusta estar de roto en roto”, así, mientras la ruta va directo al despeñadero retando la velocidad y el tiempo, suben uniformados, cansados y con rabia silenciosa en sus miradas los trabajadores de multinacionales y empresas, pero no hay queja, solo un murmullo se presiente: “Gracias a Dios Hay Trabajo”. 
Ciertos acuerdos se dan en la ruta, cuidar el puesto, las pertenencias, hacer silencio y escuchar el coro burlesco que alude a un súper macho, al siete mujeres, a un hombre muy arrecho que siempre desea a la mujer del otro, aunque también puede ser un Hernán Giraldo más conocido con el alias de “El Viejo” o “Taladro”, paramilitar nacido en San Bartolomé Caldas, que luego reinó en la Sierra Nevada de Santa Marta, famoso por violar y comprar la virginidad de más de 50 niñas, lo que antaño se llamaba el derecho de pernada, el poder que tenían los señores feudales, los gamonales, caciques, patrones o paramilitares en Colombia de tener la primera noche con las mujeres vírgenes de su finca o sus tierras.
El fogonazo de la memoria se cierra, una alarmante presencia genera que se alcen las miradas y que las aburridas calles de la 13 dejen de ser atractivas, ese paseo repetitivo que arrulla el deseo de la cama, se remueve con pequeñas esquirlas entre el bazuco y el abandono.  Se queda en la escalinata de la buseta, una mujer menuda y dulce que con furia en el cuerpo busca en su canguro el último de los Gaitanes para pagar el pasaje, la voz ronca le presagia:
-Suba reina que se me sale del bus.
(pienso: entre mami y reina… hay diferencias abismales; él sabe que a ella se la puede coronar).
Es así que con la firmeza de su cuerpo clava los ojos sobre la voz ronca con una mirada retadora que pareciera decirle:
-          A Usted que le importa gonorrea.
La voz ronca, en silencio parece responder y con una inclinación  que sube al ritmo anguloso de un transportador que calcula pacientemente la mirada, presume a la vez un:
-          Boba malparida.
En mi piel ya todo estorba, cada pliegue de la ropa ha dejado la huella del día, saco del bolsillo un papel que ha empezado a sentirse como una herida que penetra y rompe, un volante que anuncia el show del paisaje cultural cafetero… por qué ahí, cuando me preparaba para cavilar la salida en medio de estrujones, me empezaba a cuestionar si todo aquello hacía parte de esa mentira creada para otros y de repente empecé a imaginar a las putas coronadas de orquídeas y con minifalda de chapolera bailando bambucos tristes de muchachas enamoradas en algún balcón, me preguntaba si en verdad éramos la herencia de los prohombres que llegaron con carriel, machete y ruana, si todos los que íbamos con los azares del día a cuestas en aquella buseta éramos parte de ese paisaje, o solo contaba el decorado inventado a lo paisalandia.  
Señor, para por favor que me bajo y salgo expulsada con la presión de los otros cuerpos que esperan el vacío tibio de la silla.
Fin del Recorrido.
 http://www.youtube.com/watch?v=kyMPII7I3LA


Otro paisaje.
Conocí a Rosalba, mi madre a través de la voz de Celina, una mujer nacida en San José del Palmar y que los azares de las violencias la trajeron a Santuario Risaralda, una voz que con sus manos hizo este paisaje. La conocí mientras buscaba historias de hombres y mujeres abandonados por los dueños del Paisaje Cultural Cafetero, en la casa del pobre que alberga campesinos en situación de abandono.
Ésta romántica vitrina del Paisaje Cultural Cafetero es un simulacro del ocultamiento diseñada para turistas con plan ecológico o verde que vienen a ver cómo estas estériles montañas son el decorado que no produce el café de antes, que son la muerte lenta del comité de cafeteros y sus programas criminales contra campesinos, fauna y flora.

“No tuve ni un día señorita, de niña pasé a vieja”
Toda esta fantasía de la casa antigua con balcones, del beneficiadero de café, de las verdes montañas, las verdaderas, junto a algunos árboles que sobrevivieron a las políticas de crédito y estímulos del Comité de cafetero, dio un giro brutal, ese pájaro loco que sonaba en la buseta, que nos hablaba de una manera fálica del poder se trasladaba al relato de Doña Celina cuando ella me contaba la desgracia de ese matrimonio que fue convenido, arreglado, ella para huir del trato atroz que le daba su madre y ante la omisión del padre para frenar tales abusos accede a este acuerdo en una ingenuidad propia de una niña de once años, que creía que estar casada era solo “para hacer de comer y hacer oficio”, decía además “Yo no creía que uno se tenía que acostar con ellos”.
Así fue que un hombre de 25 años que la pretendía y le llevaba regalos empezó a hacerle visitas durante un mes, luego le dijo “póngase un vestido de los que le traje y nos vamos para misa”, fueron donde el Cura de Santuario y éste le dijo, “Usted, Usted es la muchacha que se va a casar, Usted está para que le envuelvan en pañales y la metan al rincón, yo a Usted no la caso”, entonces el esposo la llevó donde otro cura a Cartago y este sin la misericordia de Dios, les echo la bendición.
Un mes después del matrimonio, fue llevada a urgencias con lesiones severas por las agresiones sexuales al que la sometió su esposo.
Entonces la pregunta es sobre estos paisajes, sobre estas sexualidades, sobre las maneras de ser mujeres y hombres en esta cultura disfrazada de buena fe y familias modelos. Me preguntaba si toda esta cultura que heredamos era como la hija bastarda de violaciones a nuestras abuelas y madres, de la sumisión de ellas, de ser las madres entregadas a sus hijos que aguardan entre sus sábanas una violencia que la iglesia propició y la justicia silencio.